El
mundo parece haberse vuelto loco, Lector.
Ya casi no hay peligro de grandes guerras entre países desarrollados,
pero el pez grande se sigue comiendo al chico, como siempre.
La
diferencia es que antes, cuando un país quería subyugar a otro lo invadía,
organizaba una matanza y anexaba los territorios así conquistados a su
Imperio. Fue así hasta hace muy poco,
pero ahora se hace lo mismo sin disparar un solo tiro, ya que es la Economía la
que se encarga de hacer el trabajo sucio del que antes se ocupaban los
soldados. Sigue habiendo muertos
inocentes – “daños colaterales”, los llaman – pero éstos mueren de enfermedades
como el SIDA, por sobredosis, abatidos en un tiroteo con la policía por un robo
nimio o, simplemente, de hambre.
La
Sra. Merkel y sus secuaces han logrado lo que no consiguió Hitler con todo su
despliegue militar: la hegemonía europea bajo el dictamen alemán. Un trabajo fino, sin duda. Tan fino que casi nadie parece dispuesto a
alzar la voz, con la única excepción de Islandia, aunque esa voz casi no llega
a los demás países debido, tal vez, a la distancia que los separa o al frío que
hace en la isla de hielo.
Sin
embargo, hay algunos colectivos que parecen – aunque de forma muy embrionaria y
escasamente organizada- querer impulsar vientos de cambio, como el Movimiento
15-M y otros. Y las mujeres, claro.
Hace
ya mucho tiempo que las féminas vienen luchando por mejorar su lugar en la
sociedad y, aunque todavía queda mucho por hacer, poco a poco lo van
consiguiendo para bien de todos. Es cada vez más frecuente ver a mujeres
ocupando sitios de liderazgo en la política, en la economía, etc. y eso es
positivo, aunque no siempre los resultados sean los mejores – pienso en
Thatcher, en Isabelita Perón, en Merkel -.
Sin
embargo, pese a lo inevitable de su avance, sin prisa y sin pausa, hay cosas en
las que parecen ser presa de la desorientación, sobre todo en lo que respecta a
su relación con el macho de la especie.
Alguien dirá que son trivialidades, asuntos sin la menor importancia y
puede que tengan razón, pero…
Pondré
un ejemplo. Hace días sostenía una
conversación con un grupo de varones, cincuentones y separados, en la que el
tema principal eran las mujeres, para no desmentir el tópico de que es lo único
que tenemos en la cabeza.
Mi
amigo C. observaba que, de un tiempo a esta parte, notaba mayor interés en su
persona por parte de mujeres jóvenes (de 20 a 35 años) que de aquellas de 40 a
55 que, en teoría, constituirían nuestro “mercado natural”, por llamarlo de
algún modo, por el solo hecho de compartir generación. ¿Por qué?
En
España es bastante frecuente, desde siempre, ver a mujeres jóvenes del brazo de
hombres más maduros, como si hubiera menos prejuicios sociales al respecto, así
que no llama demasiado la atención, aunque a ellos se los siga llamando “viejos
verdes”. Sí resulta más extraño el auge
de las cuarentonas acompañadas de lo que ellas llaman “yogurines”, es decir,
ejemplares masculinos de 20 ó 30 años, la edad de sus hijos. Ellas no son “viejas verdes”, claro, sino “mujeres
en trance de reivindicar sus derechos sociales”.
¿Qué
motivos llevan a las mujeres a actuar así?
No lo sé a ciencia cierta, pero intuyo algunas razones. En primer lugar, el lógico principio de
reacción: “si ellos pueden andar con jovencitas, nosotras también”. Pero hay más,
como la tendencia a ver al hombre como si fuera un bolso, es decir, como mero
objeto ornamental que colgarse del brazo para lucir ante las amigas (igual que
los implantes de mamas, las
liposucciones y demás etcéteras que no se hacen para gustarle más a los
hombres, sino por puro sentido de la competencia y, de paso, en un intento vano
de detener el paso del tiempo)
A
veces –escasas – les toca el Gordo y consiguen su “yogurín”, mediante una
elevada inversión económica en regalos, cenas, viajes y demás, pero el triunfo
suele ser efímero, acabándose cuando se cruza por delante del galán una presa
más joven, con las carnes más firmes y más dispuesta a quemar su tiempo en
discotecas, pastillas y gimnasios.
A
la madura sólo le queda el vacío existencial. La falta de mimos, de alguien que
la escuche y la comprenda, que la acompañe en su camino, que comparta sus
gustos e intereses, que se esmere en arrancarle el mejor orgasmo de su vida sin
hacer exhibiciones de pirotecnia camera y con el simple recurso de conocer a
fondo el cuerpo de la mujer y aplicarse sin reservas sin que sea relevante el
uso de la famosa pastillita azul.
En
suma, la misma sensación del cazador que gasta pólvora en chimangos.
3 comentarios:
Excelente Quique!!
EXCELENTE!
Solo habría que pedirles a estas señoras (generalmente "gordas", mas de cabeza que de cuerpo) que comprendan esta realidad. Algunas son hasta agresivas por su ineptitd para "draivear" con su decadencia fisica y al no aceptar que la vida es ésta, se largan a atacar a todo cuanto le arrime un riesgo al hombre de "su propiedad".
Niñas... c'est la vie... así como es.
Con todo lo que nos gusta y lo que no nos gusta.
No acepto, ni aceptaré jamás a esta mujeres, jóvenes o viejas, que se presumen de jueces y tildan a un hombre de "viejo verde", solo por mirar el culo de una minita que pasa luciendo esplendorosoo a su lado.
Mas recato señoras, " o cual es más de culpar, la que peca por la paga o el que paga por pecar" :)
Cosas vederes, Sancho. Abrazo.
Amigo, que no se sepa, que las maduras andamos por la vida mendigando cariño...pero por suerte siempre existen varones nobles dispuestos a no dejarlas sumida en la depresión y la soledad absoluta!!!
Buen textooo!!!
Abrazos maduros jaja
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