Hace unos cuarenta años, en un plató de televisión de Buenos Aires, el escritor y pintor asturiano Joaquín Gómez Bas compartía asientos y aburrimiento con otras figuras de la cultura y el espectáculo durante el transcurso de un programa maratónico de más de seis horas en vivo que conducía Pipo Mancera, por entonces el presentador más popular del país.
Como hemos dicho, el programa iba en directo y los participantes eran anunciados repetidamente antes de cada corte comercial. A medida que se los nombraba, una cámara recorría sus rostros adormilados por la espera, testificando su presencia.
Las horas pasaban, el turno no llegaba y Don Joaquín rumiaba su disgusto contemplando el desfile de cantantes mediocres, iletrados ases del balompié, vedettes despechugadas, astrólogos de nombres exóticos y miembros de la “jet set” maruja. De pronto, cuando la furia superó al hastío, y sin decir “agua va”, se levantó de su sillón y se marchó a su casa. Un silencio incómodo subrayó el estupor de sus compañeros de amansadora y del público presente, mientras el ojo implacable de la cámara fagocitaba las excusas temblorosas y quebradizas como flanes que esgrimía el periodista, intentando defender lo indefendible.
El episodio, aunque trascendió y en su momento tuvo cierta repercusión, tardó mucho menos en olvidarse que si su protagonista, en vez de un escritor, hubiera sido algún cantante de moda.
Hace varios años, pero menos, un colega español de Gómez Bas, Don Francisco Umbral, interpretaba ante las cámaras de la televisión hispana y de la presentadora Mercedes Milá un papel similar. En este caso, el novelista eligió la catarsis como medio para manifestar, a voz en cuello y con desenfrenada verborragia, su enojo ante la priorización de la tontería y la frivolidad sobre el trabajo intelectual fructificado en un nuevo libro que, se suponía, el autor debía comentar con los otros panelistas.
De ambos literatos podría decirse que no fueron hábiles en el manejo de las relaciones públicas, o que quisieron dar a su obra y a sí mismos una cuota de publicidad extra. Podrían ser acusados de intempestivos, extemporáneos e incluso de descorteses y ególatras, pero en ningún caso puede negarse la legitimidad de su reclamo de dignidad y respeto.
La televisión, esa vieja zorra, utilizó en ambos casos armas distintas para neutralizar los efectos secundarios del desacato de los hombres de letras. En el primero fue el silencio absoluto y despiadado, la ignorancia total.
En el segundo, al contrario, ofreció el “replay” de la jugada, como en el fútbol, sólo que esta vez en un contexto diferente, colocando repetidamente el “tape” en programas de pifias y equivocaciones, de tropiezos y caídas, con presentadores “serios” impartiendo comicidad y algún comentarista invisible, en “off”. Todo al servicio de un señor de aspecto excéntrico que proclama desgañitándose que “la televisión es una mentira” y que “aquí no se habla de mi libro”.
Con este nuevo marco, la queja subversiva toma la forma del delirio de un habitué de manicomio, del libreto absurdo de un comicastro de varieté o de la pena tragicómica de un borracho de cafetín, invalidándose a sí misma.
Mientras tanto el público, al otro lado de la pantalla, ríe a mandíbula batiente viendo los ojos atónitos de la Milá ante tamaña chaladura y agradece sin dudarlo la sustitución del aburrido debate literario por esa imagen predigerida y funambulesca del autor de un libro incomentado.
martes, 18 de diciembre de 2007
Aquí no se habla de mi libro (Artículo periodístico 1)
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9 comentarios:
La escena de UMBRAL que cuentas ,yo la vi en directo , la de GOMEZ BAS , me hubiera gustado verla , pero aunque se parecen yo creo que hay una gran diferencia , DON JOAQUIN , se marchó en silencio , sin embargo UMBRAL , armó el escandalo , eso es lo que define a cada uno yo me quedo con GOMEZ BAS
¿Y quien catzo es gomes bas?.
Habla de él como si fuese su tio.
Able de gente mas importante como el umbral ese que al menos escribio algunos libros conosidos.
Del resto de la nota no entendi tampoco nada. Ud. escribe muy en difisil.
sigo esperando el autógrafo de JUDIH GOMEZ BAS, su hermano,era un genio, y el comentario numero dos, no me entra en la olla ,seguro es de algún gilipollas
Ja, ja, no Manolo, de gilipollas no tiene nada. Es un gran amigo mío de hace muchísimos años, a quien conocí, casualmente cuando él llevaba bajo el brazo un libro de Joaquín Gómez Bas, que ya es casualidad. La forma en que escribe es una broma entre nosotros.
El autógrafo tendrá que esperar porque la susodicha está convalesciente de una operación, pero cuando nos veamos te daré algún libro suyo. Prometido.
Gracias por pasar y comentar.
Excelentísimo señor GRUCHO MARX:Le pido mil perdones , la lectura de su texto me llevó a sacar erróneas conclusiones, una vez aclarado el embrollo, por nuestro amigo criollo , le invito a comer un pollo, ponga usted dia y hora , yo pondré......la guita y la lavadora .Saludos a los dos
Por cierto que se me olvidó ,el UMBRAL , seria un gran escritor ,no lo dudo , pero era un gilipollas
Manolo:
En nombre y representación de mi amigo Roberto (Groucho) te agradezco la invitación, pero el pollo se lo vas a tener que mandar vivo y volando, o bien por correo y envasado al vacío, porque traerlo a él desde Mendoza te va a salir un pastón. Además, come mucho.
Apreciado ENRIQUE:Espero que (ROBERTO)GROUCHO, haya leido mis disculpas, lo de mandar el pollo o traerlo a él ,aunque cueste un pastón, seria lo de menos, yo por mantener una amistad ,soy capaz de cortarme un dedo de la mano y mandarlo por correo, pero que una cosa quede clara !!!de la mano ortopédica¡¡¡un abrazo a los dos, y yo sigo en mis trece UMBRAL,no le llegaba a DON JOAQUIN GOMEZ BAS, a la suela de los zapatos, y lo de gilipollas lo mantengo
Asunnto aclarado, Don Manolo. Un abrazo.
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